Continuamos el año presentando nuestra segunda subasta de arte y antigüedades correspondiente a la colección de don Juan Enrique Riveros. Nació en 1932 en Santiago, del matrimonio de Juanita Izquierdo Huneeus y Enrique Riveros Cruz. A los 11 años pierde a su padre y años más tarde Juanita se casaría con Fernando Alessandri Rodríguez, con quien creció y fue para él un segundo padre.
Estudió en el colegio Grange. Después de recibido de Ingeniero Comercial de la Universidad de Chile, su primer trabajo fue en el Banco Central, más tarde en la Minera Santa Fé.
A los 35 años, en 1965 y recién casado por segunda vez, parte de luna de miel por tres meses a Europa. De ahí a Nueva York, donde estudiaría por dos años en la Universidad de Columbia un MBA. En 1970 llega a Lima, donde vivió por cinco años trabajando en Adela, un banco de inversión suizo. Luego vendría a Buenos Aires hasta 1982, año en el cual finalmente se radica en Chile donde hizo una exitosa carrera de empresario y en el mundo financiero.
Apasionado por el arte desde muy joven, desarrolló el amor por la música clásica la ópera, la música popular y el jazz, que lo acompañaron el resto de su vida. Su pasión por la literatura y el cine lo llevó a soñar con viajar y conocer las distintas culturas que tan lejos parecían de Chile en ese momento para él. Sería mas tarde un ferviente viajero que conoció gran parte del mundo y que logró cumplir con sus sueños de infancia.
Fue la mezcla entre sus viajes, la literatura, el cine y la música lo que lo llevaron a apreciar la belleza de las cosas. Era un hombre refinado, que se fijaba en cada detalle, no dejaba nada al azar. Amaba decorar su casa, jamás contrató a un tercero para decorar sus casas ni sus oficinas. Elegía el mismo los tapices, los marcos de los cuadros, fanático de las alfombras, los muebles antiguos y el diseño. Cada objeto que estaba en alguna de sus casas había sido cuidadosamente seleccionada y tenía una pequeña o gran historia detrás. Amante de visitar anticuarios, era un panorama imprescindible algunos fines de semana junto con alguno de sus hijos. Amigo de mueblistas chilenos que lo acompañaron como Patricio Astaburuaga, fueron compañeros de Juan Enrique en sus proyectos de decoración a lo largo de su vida.
El amor por la pintura llegaría más tarde con sus viajes por Europa donde pudo apreciar de cerca la obra de grandes maestros. Como observador crítico e informado, pudo ver el talento de jóvenes pintores chilenos que se transformarían mas tarde en grandes de la pintura chilena.
Un hombre profundo y estudioso, no le bastaba la estética de las cosas pues tenía que llegar mas allá, leer y tratar de entender el por qué de las cosas que a su parecer le parecían bellas o atractivas.
Se convirtió sin querer en un pequeño coleccionista, con el simple afán de estar rodeado de belleza. De este modo, obras de arte, música, libros y muebles antiguos se irían transformando en testigos y compañeros de su vida cotidiana y que hoy ponemos a disposición de nuestros clientes que podrán apreciar su filtro asertivo y de gran refinamiento.