El Quisco 3046 Cerro San Luis, Las Condes.
Desde el Miércoles 3 al Domingo 7 de Octubre.
Horario continuado de 10:30 a 19:30 hrs.
Gran Venta Privada, de la colección de arte colonial sudamericano, pintura europea, platería sudamericana, mobiliario europeo y virreinal
de propiedad del Sr. Víctor Vial del Río.
El Quisco 3046 Cerro San Luis, Las Condes.
Desde el Miércoles 3 al Domingo 7 de Octubre.
Horario continuado de 10:30 a 19:30 hrs.
Adentrarse en la casa de Víctor Vial, es una mezcla de sensaciones, que emanan de la pasión del hombre por rodearse de belleza y de equilibrada armonía, a la vez proyectar la cultura heredada a las nuevas generaciones con nuevos matices. De esta forma se conjuga historia con tradiciones y modernidad arquitectónica con refinamiento, produciendo este virtuoso maridaje, asentando los elementos que hacen reconocibles nuestra identidad chilena, tan opacada por la reciente globalización demoledora.
Presentamos en venta privada esta colección, que se inicia hace más de cincuenta años atrás, cuando su dueño, entonces muy joven, se sintió especialmente atraído por el arte colonial, del cual existían todavía en las casas antiguos objetos que se transmitían de generación en generación, como eran las pinturas, la imaginería, la platería y contados muebles. El estilo llamado “barroco- mestizo-andino-colonial”, con coloridas pinturas e imágenes de madera policromadas, redescubierto hoy, especialmente en Estados Unidos (como lo comprueba una reciente exposición de cuadros en el museo de Chicago), imperó en Sud América, y durante los siglos XVII y XVIII, desde los talleres de Quito y de El Cusco, llegaban a Chile artículos que se destinaban a los templos o a las viviendas, siendo reemplazados en estas últimas en la época de la Independencia por piezas europeas, más acordes al gusto de la época. Fueron así desapareciendo de las casas los objetos que antaño conformaban la decoración tradicional, y pasaron a ser artículos escasos y olvidados, lo que motivó a Benjamín Vicuña Mackenna, cuando fue intendente de Santiago hacia 1870, a montar lo que se llamó “la Exposición del Coloniaje”, en que los espectadores reconocían, admirados, viejos objetos con los que se volvían a reencantar. Sin embargo, el transcurso del tiempo, las pérdidas por los desastres naturales y el abandono, los convirtió en artículos únicos, ya que era difícil encontrarlos, salvo en contadas viviendas de antiguos fundos. Tal como en su época fue célebre la “Exposición del Coloniaje”, casi cien años después, en 1968, tuvo gran éxito la exposición de pintura colonial en el Instituto Cultural de Las Condes, con viejos cuadros, principalmente de la Escuela Cusqueña, prestados por sus propietarios, varios de los cuales, luego de haber pasado por diversas manos, se observan en esta colección.
El propietario de la presente colección no pretendió formar una especie de museo, sino que, por el contrario, convivir con objetos que se encontraran en armonía con el mundo actual y cotidiano. Con ese propósito, pudo, así, combinar piezas de arte colonial con cuadros y mobiliario de origen europeo, siendo dignas de destacar la colección de retratos del siglo XVIII con sillas y sillones ingleses, de modo que cada objeto parece formar parte de un conjunto que no compite, sino que, por el contrario, se apoya entre sí.
Hace mucho tiempo que no se veía en Chile un conjunto de objetos que auténticamente formaron parte del mobiliario de una casa que podría llamarse “vivida” y que, como colección, sale a la venta para aquellas personas que tengan la sensibilidad para apreciar este respetable conjunto. Es una colección de muy buen gusto en general, y algunas de éstas tienen valor internacional, por lo que hemos preferido ofrecerla en forma privada, donde las personas que realmente se interesen por estas piezas, lo que exige un mínimo conocimiento, se inscriban y se les atienda en el día y hora indicado, o para aquellas otras personas que aunque no estén interesadas por adquirir, lo perciban como una ocasión imperdible de aprender de nuestra cultura en el mes de la patria. Según palabras del dueño: “Todo lo que está aquí me ha acompañado por muchos años; y he decidido que llega el momento de que otros puedan disfrutar de estas piezas. Lo que a mí me costó más de cincuenta años lograr juntar, se encuentra, en este momento, al alcance de quien sienta ese profundo atractivo que producen las cosas antiguas, y si algo quiere, de verdad, puede adquirirlo”, lo que podrán constatar quienes observen el embrujo y seducción de una colección formada con conocimiento, pero sobre todo, amor por el pasado y lo que éste significó en la cultura del país.
Como subastador de arte y antigüedades, con años de experiencia, me llama la atención que cuando aquí se habla de una “colección”, de verdad se trata de una colección de muchas cosas. De partida, uno se encuentra con un conjunto de más de treinta cuadros de la Escuela Cusqueña de los siglos XVII y XVIII, cada uno de ellos lleno de vida y colorido, y con un número similar de imágenes talladas y policromadas quiteñas, de la misma época, y provenientes de los mejores artesanos de aquellos tiempos. Los cuadros e imágenes coloniales se integran con las mesas virreinales , excepcionalmente decorativas, con los sillones de baqueta claveteada y con la platería, todo único, al ser bienes escasos, y de excepcional calidad. Pero también se observa una colección de retratos europeos del siglo XVIII, como es el de la familia de los condes Fardella de Sicilia, y de muebles ingleses que se complementan muy bien, siendo particularmente llamativos dos sofás con pata tallada al estilo Chippendale, dos Arm Chairs de época Queen Anne con tapicería original del Siglo XVIII y varios sillones y sillas del mismo origen. Todo pertenece a un mismo dueño, sin que nada se haya excluido o incorporado, formando parte de lo que constituye un conjunto en que se privilegia, por sobre todo, el buen gusto y la armonía.
Hace muchos años que no se veía en Chile, la venta de una colección, promovida por el propietario de la misma, que presente una muestra tan significativa de lo que fueron la cultura y tradiciones del pasado chileno, ambientado en un marco de arquitectura contemporánea, en un barrio de singular belleza en nuestra capital como lo es el cerro San Luis.